Claustro del Herbolario

Es uno de los tesoros ocultos que perviven en el interior de las clausuras hispalenses. Su composición y estética, responde al típico patio sevillano donde la cal, el yeso, la cerámica y el mármol, elementos típicos de nuestra arquitectura son protagonistas. De él no solo destacaremos sus elementos arquitectónicos y decorativos, como son los zócalos de azulejos que revisten las galerías de la planta baja, o el gran ciclo mural que recorre los muros del cuerpo superior, fechables en la primera década del segundo tercio del siglo XVI, sino también su riqueza botánica, que queda presente en el nombre con el que ha sido conocido a lo largo de la historia, “Herbolario”. En sus escritos, Fray Muñoz, describe este espacio como un lugar poblado de hermosos cipreses, y naranjos chinos, y limones, con variedad de rosales, yerbas medicinales y aromáticas que lo hermosean.

 

Vista del Herbolario (Fotografía de la autora)

 

El Herbolario presenta planta trapezoidal, recurso común en las construcciones franciscanas, como el claustro de las hermanas de San Francisco de Nájera en La Rioja, posterior en el tiempo al de Santa Inés. En el mundo monástico, y en la arquitectura civil, predominan los patios de planta cuadrada, aunque no existe una planta determinada para estos espacios porque siempre deben guardar proporción con los muros que lo delimitan, por lo que la adaptación del Herbolario a la peculiar fisonomía del solar, es una solución acertada en busca de la perfección arquitectónica, adaptándose a la antigua residencia palaciega y a la manzana en la que se encuentra inscrito el convento. A esta peculiaridad debemos añadir su situación respecto a la iglesia, ubicado a sus pies,  característica poco común en las clausuras.

Desafortunadamente, no se han conservado testimonios documentales que nos permitan atribuir la autoría y diseño de este claustro a un determinado arquitecto.  El único dato que podemos relacionar con la edificación del Herbolario, es el ingreso a la clausura de Doña Catalina de Ribera, miembro de una de las familias más importantes de la aristocracia sevillana del siglo XVI, los Enríquez de Ribera. Su presencia nos permite establecer ciertos vínculos, tanto con esta noble estirpe como con el elenco de artistas que trabajaron en la remodelación de la Casa Pilatos, hecho evidente en su arquitectura, zócalos de azulejos y el ciclo de pinturas murales del cuerpo superior, muy similar a la galería de personajes ilustres de la literatura clásica que se conservan en este palacio.

La adaptación del Herbolario, a la peculiar planta trapezoidal del antiguo patio del palacio de los Fernández Coronel, y a la fisonomía de la manzana en el que se inscribe, queda presente en su planta y en la adecuación de sus elementos arquitectónicos. Este hecho, afecta especialmente, a la distribución de las arquerías que recorren las cuatro galerías que componen los dos cuerpos del claustro principal.

En primer lugar, analizaremos las arcadas de la primera planta, donde cada frente está formado por un número distinto de arcos, hecho, que como ya hemos comentado, viene provocado por la singularidad presentada por el solar en el que se encuentra, a lo que debemos sumar la desigualdad de la longitud de las galerías que lo forman. El frente compuesto por un menor número de arcos es el Sur, con 5, seguido del Norte, con 7, el Oeste con 9 y el Este con 10. Se trata de un conjunto de arcos de medio punto peraltados, de 3m de altura, aproximadamente, y 2,70 m de ancho, que apean sobre columnas de mármol blanco genovesas con capitel de moñas, o castañuelas.

Galería del Herbolario (Fotografía de la autora)

Estos capiteles presentan una fisonomía de vaso acampanado, en el que quedan dibujadas ocho estilizadas hojas trilobuladas rizadas a modo de volutas que se alternan en altura, cuatro inferiores más planas y cuatro superiores que siguen el modelo de las volutas jónicas, con ábaco de frentes rectos y lisos. Sus fustes son cilíndricos con superficie lisa, mientras que su basa está decorada por cuatros hojas colocadas en posición radial que se ondulan sobre el bocel inferior, conocidas popularmente con el apelativo “de garras”. Sobre ellos, apean unos cimacios lisos sin decoración que dan altura a la composición, coronados por una doble moldura

 

Capiteles (Fotografía de la autora)

 

Los arcos de las galerías Sur y Oeste, están ornamentados con yeserías que engalanan sus alfices, enmarcados por pilastras planas de orden corintio, ornamentadas con grutescos, que sostienen un friso corrido decorado con roleos vegetales y grutescos, en los frisos de los arcos que miran al patio, y cabezas de angelotes, en aquellos que decoran los arcos de los vértices de las galerías y en la cara interna de los arcos, que flanquean dos tondos laureados en los que se plasman, en altorrelieve,  el retrato de un guerrero y una dama.

Dentro de la tercera fase de restauración, emprendida por la arquitecta Rufina Fernández Ruiz, entre los años de 1993 y 2000, se establecieron los criterios de intervención ante la eminente pérdida de las yeserías ornamentadas del Herbolario. Su mal estado de conservación, debido a las constantes filtraciones de agua y la desegregación del muro, provocaron pérdidas parciales y desprendimientos en la superficie de los yesos. La intervención fue llevada a cabo por la empresa FREYSINET en el año 2000. La pérdida del ataurique, relieve, soporte, encalados y disgregación del material, fueron las principales causas de esta rehabilitación.  

La memoria de rehabilitación, nos aporta datos muy interesantes, como el reemplazamiento, y realización, de relieves que fueron colocados en el año de 1960, según consta en unas inscripciones conservadas en las piezas, y la catalogación, en 1996 de aquellas piezas que se encontraban en su lugar de origen como de otras que estaban acopiadas en el claustro y en el antiguo gallinero.

 

Decoración de yeserías. Frente sur (Fotografía de la autora)

Las columnas de las arquerías, quedan interrumpidas por una balaustrada, de 96 cm de altura por 2,70 cm de largo, que recorre todo el perímetro interior del patio, separando las galerías del jardín. Esta barrera arquitectónica, impide el acceso directo a los brazos del crucero del Herbolario, cuya única entrada se ubica en el flanco Sur. El estrechamiento de los balaustres que forman las balaustradas del flanco sur, a excepción de la central, están ornamentados siguiendo un mismo esquema compositivo, un conjunto de hojas de acanto, de distintas carnosidades, compuestas por cinco radios, que envuelven a otras de distinta naturaleza. En algunos de los ejemplares conservados, las macollas están decoradas con pequeñas hoja. Este modelo de balaustre decorado con hojas de acanto, lo encontramos en las láminas que dibujó Diego de Sagredo en su libro Medidas de lo Romano al hablar de estos elementos arquitectónico.

Balaustre con hoja de helecho (Fotografía de la autora)

En el arco central del frente Sur, se encuentra la única puerta de acceso al interior del Herbolario. Este ingreso, sigue el mismo esquema que encontramos en cuarto libro de arquitectura de Sebastián Serlio al explicar la forma, y tipología a seguir, para puertas disminuydas. Su única ornamentación son dos flameros que flanquean un frontón ornamentado por la cabeza de un querubín en sus dos frentes.

Portada de acceso al crucero del Herbolario (Fotografía de la autora)

En el Herbolario, se inscribe un patio de crucero, esquema heredado del mundo islámico. El pensamiento cristiano considera la cruz de Cristo como el centro del mundo, de ahí que se instaurara como planta de iglesias y claustros, espacios que son el epicentro de la vida monástica.  En el corazón del crucero, se sitúa la denominada Fons vitae, que puede estar representada mediante una fuente, como el caso que nos aborda, o un pozo, signos con los que representaban la pulcralidad de la Virgen María como mater virgo, en las letanías lauretanas.

La fuente ubicada en el centro de convergencia de los brazos del crucero presenta los ocho frentes de su alberca ornamentados con paneles de rombos azules, verdes, negros y melados. Su taza, de formato circular, está realizada en mármol blanco. Sus cuatro caras están decoradas con mascarones de seres fantásticos, cada una de ellas con una personalidad propia pero con rasgos fisiognómicos comunes, nariz ancha, ojos expresivos y barba poblada, cuyas bocas corresponden con los caños por los que sale el agua. La estética de estos mascarones, también la podemos relacionar con las que embellecen la fuente representada en la lámina XXXXVII del Hypnerotomachia poliphili de Francesco Colonna.

 

Fuente del herbolario (Fotografía de la autora)

La planta principal del Herbolario, está decorada por un corrido zócalo de azulejos de arista  de 2 m de altura, compuesto por 48 paneles centrales, cuyas medidas oscilan entre 1,17 cm y el 1,50 cm de ancho, por 85,2 cm de alto. Éstos nacen de un plinto compuesto por dos verduguillos vidriados, monocromos, que custodian una guardilla ornamentada de motivos geométricos. Estos elementos de enmarque, tanto los verduguillos como la guardilla, o adereza, recorren toda la composición y son utilizados como separador entre los distintos paneles y motivos que componen el zócalo.

El panel central del zócalo, está compuesto por una decoración geométrica bicolor, en la que se combina el blanco con azul. El motivo representado, está dividido simétricamente en dos partes, que están policromadas en uno de los dos colores mencionados. El juego cromático de estas piezas, también está presente en el fondo del azulejo, si el elemento central es blanco el fondo será azul y viceversa.

 

Zócalos del Herbolario (Fotografía de la autora)

 

El uso de pavimentos de ladrillos lisos combinados con  olambrillas, tuvo una gran aceptación en el siglo XVI, debido a la creación de suelos de gran calidad artística y visual. El de Santa Inés está considerado el único pavimento original que se ha conservado en las clausuras sevillanas. En esta ocasión, hemos querido destacar, a la vez que proteger, la gran variedad temática de olambrillas conservadas en la solería del Herbolario.

Estas pequeñas piezas de barro vidriado, son testigos de las continuas reformas a las que fue sometido el claustro principal, al ser de distintas etapas cronológicas. Los ejemplares más antiguos, se conservan especialmente en las galerías sur, oeste, este, y el crucero encontrándose las más modernas en el flanco norte. Se trata de un conjunto de olambrillas de arista, fechables en el siglo XVI, cuyas medidas son 6x6 cm, cuya decoración responde a distintas tipologías que van desde los motivos florales, animales, geométricos y  antropomórficos. 

 

Olambrillas del herbolario (Fotografía de la autora)

 

Respecto al patrimonio mueble conservado en el Herbolario, haremos alusión al conocido fanal de la Piedad, obra anónima del siglo XVIII, atribuida al escultor Cristóbal Ramos, cuyo estilo también se ha venido relacionando con la labor de José Montes de Oca.

Continuando en la galería sur, en el extremo Suroeste, se encuentra el altar que alberga la pintura de los padres fundadores de las órdenes mendicantes, San Francisco y Santo Domingo. La pintura, un óleo sobre lienzo, fechable en el último tercio del siglo XVII y primer tercio de la centuria siguiente, ha llegado hasta nuestros días en un avanzado estado de pérdida de parte de su capa pictórica, especialmente en su parte inferior, impidiendo la correcta lectura de la inscripción que en ella se conservaba.

En el vértice Noroeste de la galería Oeste, está precedido por una pintura de Las lágrimas de San Pedro, obra que podemos datar cronológicamente a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Al igual que el lienzo dedicado a San Francisco y Santo Domingo, los efectos del paso del tiempo y los estragos provocados por la humedad, han afectado el estado original de la obra, que actualmente se conserva en mal estado.

La Virgen de la Antiguaobra que podemos fechar en el primer tercio del siglo XVI. El  anónimo pintor encargado de ejecutar esta magnífica tabla tomaría como modelo la famosa Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla, cuyo autor pudo inspirarse en la Virgen del Rocamador de la iglesia de San Lorenzo. Por último, en la galería Oeste, ubicado en el ángulo Suroeste, donde se custodia una pintura del Cristo de las tres caídas, fechable a finales de la centuria del siglo XVIII

 

Detalle de la Virgen de la Antigua (Fotografía de la autora)

 

Son dos los accesos que comunican los dos cuerpos del claustro, ambos ubicados en la galería Este. Uno de ellos, localizado en el extremo Noreste, comunica la planta baja con la antigua provisoria, actual sala de la arquería, mientras que la otra vía, es una escalera del siglo XVI, localizada en el flanco derecho de la puerta gótica del coro, que permite el ingreso directo a la segunda planta. A ella ingresamos mediante un profundo arco de medio punto. 

 

Acceso a la planta superior del Herbolario (Fotografía de la autora)

 

Las cuatro galerías altas, están compuestas por un conjunto de arcos escarzanos, de 2,30 m de alto y 2,70 cm ancho, que cabalgan sobre finas columnas de mármol blanco, de fuste liso, que descansan sobre basas anilladas, de cuatro hojas apuntadas, y coronadas con capiteles compuestos. Cada columna, apea sobre un alto pedestal moldurado, interrumpido por la misma balaustrada del piso inferior, que recorre los cuatros frentes del piso alto. 

La adaptación de la estructura arquitectónica, a la complicada fisonomía del terreno, es apreciable en las distancias entre los arcos, o el variado grosor de las columnas que custodian sus ángulos. Se trata de un conjunto de columnas doblegadas, que miran al patio mostrando sus fustes,  decorado con capiteles ornamentados.

 

Capiteles ornamentados (Fotografía de la autora)

 

En el interior de las galerías altas, a excepción del flanco Sur, exento de ornato, las enjutas internas de estas arcadas exhiben un rico repertorio de tondos aderezados con  formas vegetales, estrelladas, labor de lacería y composiciones geométricas de tendencia gótico-mudéjar, que rompen drásticamente con las formas renacentistas de los relieves de candelieri y medallones figurativos del primer cuerpo. Esta misma decoración, la encontramos en las enjutas exteriores de los arcos de la galería superior del patio principal de la Casa Pilatos.

 

Decoración interior de los arcos del cuerpo superior (Fotografía de la autora)

 

Agrupadas en grupos de tres, al quedar separadas por la presencia de una portada posiblemente reaprovechada  del antiguo palacio de los Fernández Coronel, que permite el paso a la antigua ropería, hoy estancia dedicada a la biblioteca de la comunidad, se sitúan unas ricas decoración de yeserías compuestas por un cuerpo inferior semiesférico, de superficie bulbosa, rematado por una moldura, estructura que actúa de base del cuerpo principal de la pieza. Su cuerpo central está ornamentado por un conjunto de marcados gallones, a los que acompañan tres gruesas abrazaderas, embellecidas con un cordón, cuyas puntas se rizan al interior de esta especie de fuente, que queda coronada por una voluta en forma de florón

 

Yeserías   (Fotografía de la autora)

 

Los gruesos muros que custodian las galerías altas del Herbolario, conservan  el programa iconográfico más interesante de la pintura mural renacentista sevillana. El estudio llevado acabo por Mercado Hervas, abrió un nuevo camino a los investigadores, planteando la hipótesis de una posible relación entre los frescos de Santa Inés con los conservados en la galería de los caballeros ilustres de la Casa Pilato.

La conexión entre ambos programas iconográficos, presente en la utilización del mismo esquema compositivo, materiales, cronología, y la relación entre estas dos organismos sevillanos, son razones más que suficientes para relacionar estas pinturas con la labor de Rodríguez Ben amad, autor de la galería de personajes ilustres de la literatura clásica de la Casa Pilatos, obra documentada en el año de 1539, en la que pudieron intervenir Alonso y Francisco de León, Sebastián de Alexis, al constar en el pago de unas pinturas sin especificar.

 Destacar, los distintos repintes a los que han sido sometidas estas pinturas, concretamente en el año de 1853, cuando fueron renovadas por Sor María de la Salud, siendo abadesa Sor Gertrudis Romero, como queda recogido en una inscripción ubicada en el acceso a la galería  Este. La importancia de estas pinturas, no sólo radica en su importante valor histórico-artístico, sino también, por ser uno de los mayores conjuntos pictóricos de Andalucía, y un  claro referente fuera de nuestras fronteras, como México.

El esquema empleado, toma como modelo los grandes ciclos de personajes ilustres y héroes de la antigüedad, cuyas efigies iban acompañadas por escenas que narraban algún episodio épico de sus vidas. La temática expuesta, queda organizada en  135 pinturas, en las que se combina la imagen de un santo, o santa, con escenas del Antiguo Testamento y grutescos. Las santas y santos, pertenecientes mayormente a la orden franciscana, están refugiados en una hornacina de medio punto, que queda flanqueada por columnas, cuyos fustes rojizos han sido pintados imitando al mármol, que descansan sobre un alto pedestal. Han sido representados en formato vertical, en contraposición de los grutescos y escenas del Antiguo Testamento, pintados en horizontal. Todo ello se corona por un friso superior, que actúa como nexo de unión entre los distintos paneles, decorado por grutescos que reposan sobre máscaras vegetales y escudos de la orden franciscana que corresponden con la parte sobresaliente de las hornacinas de los santos.

 

Pintura mural de Santa Gertrudis (Fotografía de la autora)

 

Información extraída de Medina Muñoz, Estefanía (2019) El convento de Santa Inés de Sevilla. Estudio urbanístico, arquitectónico e histórico-artístico. Padilla Libros. (Pg.....)