Sala de la arquería

La clausura, atesora en su interior, algunos espacios desconocidos de gran calidad artística y arquitectónica. Claro ejemplo de ello, es la denominada sala de la arquería.

La sala de la arquería la localizamos en el extremo Norte de la galería alta Este. A ella, podemos acceder mediante dos accesos. Uno de ellos, es el situado en la planta baja, por el cual ingresamos al pasillo sobre el que se distribuyen varios espacios, la antesacristía y una habitación que ha quedado como pequeño almacén. Tras atravesar el umbral de la puerta, a mano izquierda, se dispone una escalera de caracol, que conduce a dicha dependencia. Desde el segundo piso podemos ingresar a ella mediante un humilde acceso adintelado, al que acompaña una ventana que la dota de luz natural.

Respecto a su construcción, no se han conservados testimonios que permitan conocer su cronología y los maestros que participaron en ella. Para su datación, tomaremos como referente, la existencia de una arquería fechable en el siglo XVI. Su planta es trapezoidal, al  verse oprimida por el paso de la nave longitudinal de los dormitorios.

Según las hermanas más longevas de la comunidad, y como queda reflejado en la memoria de rehabilitación de este espacio, la sala estuvo ocupada por celdas privadas y un segundo piso. La planta alta, estaba destinada a uso doméstico y cocina, conservándose dos hornacinas que eran utilizadas como horno.

 

Sala de la arquería (Fotografía de la autora)

Actualmente, la sala de la arquería se ha convertido en un contenedor de obras de arte que deambulaban de un lugar a otro por la clausura, y un espacio en el que se guardan  los ropajes de imágenes. Entre ellas hay tres que destacan por su calidad, la Oración en el Huerto, el Ecce Homo y el fanal de San Francisco

Originariamente, el grupo de la Oración en el huerto, fechable en la primera mitad del siglo XIX, estaba ubicado en el retablo de San José itinerante de la nave del evangelio de la iglesia.

Oración en el huerto (Fotografía de la autora)

Procedente del coro alto, nos encontramos con la efigie del Ecce Homo. Se trata de una escultura de busto atribuible al círculo de Pedro Roldán, fechable en la segunda mitad del siglo XVII. Está realizado en madera policromada. Es una escultura de busto cortado hacia la altura de las nalgas, cuya estética muestra cierta similitud con los que realizaría Alberto Durero en sus grabados en 1510 y 1512, donde representaría a Cristo de cuerpo entero. Esta iconografía que solía ser ubicada en espacios apartados, oratorios privados o conventos.

Ecce homo (Fotografía de la autora)

Acompañando antiguamente a los fanales de la vida de Santa Clara de la sala de profundis, se encontraba otro dedicado a San Francisco, actualmente en la sala de la arquería. Cronológicamente es una obra posterior a los fanales de Santa Clara, fechable en la segunda mitad del siglo XIX.

Fanal de San Francisco (Fotografía de la autora)

INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE :

Medina Muñoz, Estefanía (2019) El convento de Santa Inés de Sevilla: Estudio urbanístico, arquitectónico e histórico artístico. Sevilla, Ediciones Padilla.

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