Nave del Evangelio

Comenzaremos hablando del retablo dedicado a la imagen de San Expedito. Se encuentra en el primer tramo de esta nave. Su estética y arquitectura lo hace fechable a mediados del siglo XIX. Está compuesto por una hornacina central, flanqueado por pilastras cajeadas compuestas. Su estructura se encuentra enmarcada por roleos vegetales dorados. Sobre el entablamento, se dispone un frontón triangular que lo corona, acompañado en sus cornisas dos acróteras.

De él destacaremos la pintura que embellece el interior de la hornacina en la que se encuentra el santo. En ella no se hace mención al martirio del Santo, ya que este fue castigado con la flagelación y posteriormente decapitado, sino a su labor de salvador de aquellos cristianos que morían en la arena del circo romano. El santo está representado con ropas de legionario romano, con túnica corta y manto que cae hacia atrás de sus hombros. En su mano izquierda porta la palma, símbolo del martirio, mientras que en la diestra lleva una cruz con  la inscripción hodie (hoy)

 

Retablo de San Expedito (Fotografía de la autora)

Ubicado en el tercer tramo, se encuentra el retablo dedicado a San José con el Niño. Estilísticamente hablando, sigue el mismo esquema compositivo, decorativo y estructural que el retablo de San Blas al que queda enfrentado. Antiguamente esté espacio estaba ocupado por Oración en el huerto, hoy ubicada en la sala de la arquería. En el piso superior queda recogido San José con el Niño. Coronando toda la composición una nube a la que acompañan dos ánforas, elementos característicos del retablo neoclásico.

Vestido con una rica túnica celeste, con decoración floral, conjuntada con un paño rojo anudado a su cintura, y que cuelga del hombro, se representa a San José. En su mano izquierda lleva una larga vara de azucenas dorada, mientras que con su diestra acompaña al infante, ambos en actitud caminante.

 

Retablo de San José (Fotografía de la autora)

En la cabecera de esta nave se encuentra el retablo de San Francisco de Asís. De nuevo nos enfrentamos a una obra resuelta con elementos procedentes de otros retablos anteriores. En este caso, en él, se han conservado algunos elementos que formaban parte del antiguo retablo mayor de la primera mitad del siglo XVII, especialmente la escultura de San Francisco, obra de Juan de Remesal. La impronta del retablo es neoclásica, presente en la decoración de su madera con pinturas que simulan el veteado de mármoles rojos. Sobre su superficie se han colocado tallas de roleos vegetales, que muy probablemente, proviniesen de algún retablo desaparecido.

El retablo se levanta sobre una mesa de altar. En ella se abre una hornacina custodiada por un magnífico busto de  Ecce Homo. La pieza, de autoría anónima, podemos datarla en el primer tercio del siglo XVIII.

Retablo de San Francisco de Asís (Fotografía de la autora)

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