Sala de ordenación

Lugar destinado a la formación de las monjas antes de ser llamadas a la oración, aunque en esta ocasión, pudo compaginar esta función con la de pequeña sala capitular.  La ubicación del capítulo, es muy dispar en las clausuras hispalenses. Por norma general, suele estar comunicado con el claustro principal, como en el caso que nos concierne. Allí, las hermanas formaban fila, según el cargo ocupado dentro de la jerarquía de su congregación, para acudir al coro.  Este tipo de dependencia, está dotada de un banco corrido, como el que podemos encontrar en el refectorio o Sala de profundis. También, era el espacio en el que se organizaban todos los actos exteriores de culto, como puede ser el Corpus o la estación de penitencia que se practica en el claustro de la  Camarilla.

La estancia, presenta una planta rectangular cubierta por un sencillo alfarje de madera de más de un orden de vigas. Los cuatro muros que cierran su estructura, muestran un banco que recorre el perímetro de la sala, quedando interrumpido en el flanco Norte, por la presencia de un altar y una puerta, y al Oeste, Este y Sur por la apertura de accesos. 

Vista de la sala de ordenación (Fotografía de la autora)

La Sala de Ordenación, está dotada de un rico patrimonio artístico, compuesto en su gran mayoría, por obras anónimas de la escultura y retablística sevillana de los siglos  XVIII y XIX. Entre ellas destacaremos el retablo hornacina del Niño Jesús, al que las religiosas conocen popularmente como el de Manolito.  Por su composición y estética, podemos fecharlo en torno al año 1750. Está protegido por unas puertas de madera, embellecidas al exterior, con una moldura pintada de roleos vegetales, sobre un fondo rojo, que recuerda a la talla en madera.  En su interior, se despliegan, sobre una base de tonos verdes, un grupo de guirnaldas florales. Sus puertas, recogen el anagrama de la O, con la que se hace referencia al vientre de María o a las siete Antífonas Mayores cantadas en el Magnificat del Oficio de Visperas, desde el 17 al 23 de Diciembre, comenzando todas ellas por O, en latín, alabanza del pueblo de Israel a María por la llegada del Mesías y el nombre de Enmanuel “Dios está entre nosotros”. La presencia de repintes, en estos anagramas, puede indicar el posible reaprovechamiento de este retablo que pudo albergar otra imagen.

Dentro, atesora un Niño Jesús triunfante, imagen de candelero que podemos fechar en el siglo XIX. Está representando en actitud de bendecir, con su mano izquierda, mientras que en la derecha lleva una fina, pero alargada, cruz dorada. Su cabellera está trabajada tomando como modelos los niños montañesinos con el copete en el centro, prototipo seguido en el periodo decimonónico. 

Retablo de Manolito (Fotografía de la autora)

Quizás, una de las obras más interesantes, sea la serie pictórica dedicada a la vida de San Juan Bautista. Desafortunadamente, desconocemos la autoría del maestro que ejecutó esta obra, fechable hacia 1750. La única referencia documental, que hemos podido localizar sobre ella, es del año de 1837 . En el Inventario de bienes muebles e inmuebles del monasterio de 1837, se hace mención a un altar vestido de pintura que representa la vida de San Juan en el centro. Gracias a este catálogo, que surgió del efecto expoliador de la Desamortización de Mendizábal, podemos saber que su ubicación actual no es la originaria. Al parecer, esta pintura se encontraba en un patio, el cual no se especifica, y formaba parte de un altar.

La pieza, destaca por la calidad que muestra en su ejecución, demostrable en el dominio del dibujo, formas y fondos, así como en la composición en la que ha sido tratada, utilizando la arquitectura como elemento estructural de las escenas pintadas, como si de una arquitectura efímera se tratara. Asimismo, debemos hacer mención al conocimiento del anónimo maestro de las fuentes grabadas y de la pintura sevillana, tomándolas como ejemplo a seguir en los tipos e iconografías utilizados. En esta fachada, de porte barroco, arranca un alto banco sobre el que apean tres calles, una central a modo de hornacina, y dos laterales que quedan divididas en dos cuerpos en altura, quedando todas coronadas por una pintura de formato apaisado. Los extremos del banco, están decorados por una roseta de la que brotan roleos vegetales, mientras que en la parte central, se ha pintado una venera que alude al bautismo.

Comenzando con el estudio de cada uno de los episodios que se narran, empezaremos por la calle central, cuyo adelantamiento crea cierto retranqueo con las otras dos calles. En ella, se representa a San Juan Bautista acompañado del Cordero de Dios. En el registro inferior derecho, queda representada la aparición del ángel a Zacarías en el templo de Jerusalén. En el extremo derecho inferior, se ubica la escena de la Virgen con el Niño, Santa Isabel, San Juanito y ZacaríasEn la parte superior izquierda se recoge la visitación de la Virgen a Isabel. En ella, queda captado el instante en el que las  primas se reciben en un espiritual abrazo tras ser conocedoras de sus cintas. Culminando el ciclo pictórico se encuentra el nacimiento de San Juan Bautista.

Vida de San Juan (Fotografía de la autora)

De mayor calidad artística, es el conjunto pictórico dedicado a la Sagrada Familia rodeada de los arcángeles, fechable entre los años de 1730 y 1750, fecha discutida por Pleguezuelo debido a la decoración de la rocalla, datándolo en la segunda mitad de esa centuria. La obra es atribuible al pintor Domingo Martínez, gran exponente de la pintura sevillana de la primera mitad de la centuria del XVIII y seguidor de la estela dejada por Murillo.

Está divido en tres calles, siendo de mayor envergadura la central, inscritas cada una de ellas en un arco de medio punto peraltado. Su estructura, queda enmarcada por una moldura de madera de perfiles mixtilíneos, decorada con guirnaldas de flores y roleos vegetales en oro. En la calle central, se recoge a la Sagrada Familia. El tema principal está custodiado por los arcángeles Rafael, Gabriel y Miguel, y el ángel custodio, que ocupan las calles laterales de este grupo pictórico.

Sagrada familia (Fotografía de a autora)

Uno de los tesoros conservados en este espacio es la Santa Inés relacionada con la obra del escultor Pedro Millán. Se trata de unas de las obras más antiguas que custodia este convento. Originalmente, estuvo colocada en la hornacina que remata la portada de 1572 que da acceso al compás del torno. Al ser una obra anterior a dicha fecha, pudo estar colocada en la primitiva puerta de la clausura, ubicada en el primer compás.

La efigie, está trabaja en un solo bloque, sin mostrar ningún tipo de movimiento ni contrapposto, a diferencia del marcado movimiento, de pliegues rectos y curvos, que están dispuestos en sus dorados ropajes. La figura se eleva sobre un pedestal moldurado, muestra a la santa incluso como si de una niña se tratase, con un rostro infantil de rosadas mejillas, ojos entreabiertos con la mirada perdida al frente, cejas arqueadas de las que nacen una estrecha nariz, y una pequeña boca.

Su pelo, queda dividido en dos fragmentos, a modo de dos grandes tirabuzones, que caen respectivamente desde los hombros hasta los codos. Está cabellera, está decorada con una tiara con ornamentación de rosetas. En sus manos porta los símbolos iconográficos, el cordero en la mano izquierda y una larga palma del martirio en su derecha, que la supera en altura. Su representación fue un hito dentro del mundo de la escultura sevillana,  siendo el modelo a seguir en otras representaciones,  como la Santa Inés de Francisco de Ocampo que preside en altar mayor de esta clausura, o la que podemos contemplar en una de las hornacinas que flanquean el Sagrario del  retablo mayor del convento de San José del Carmen, las Teresas de Sevilla, obra de Jerónimo Velázquez. 

Santa Inés (Fotografía de la autora)

Por último haremos mención al retablo de San Francisco, obra anónima sevillana del último tercio del siglo XVIII. Está compuesto de una hornacina central ornamentada con madera policromada con exornos florales, similares a los que engalanaban el retablo del Niño Jesús. Está protegido por una cristalera de medio punto, a la que queda adosada una estructura de madera tallada a modo de rocalla, con carnosas volutas vegetales doradas que resaltan sobre el fondo rojizo del retablo.

En su parte inferior se recoge una cartela en la que se dice “LLEVÁIS DE LA MANO A DIOS Y LE DECÍS NIÑO ANDA ANDA QUE DIOS TE LO MANDA  Y SE LO MANDABAIS VOS", mientras que en la superior aparece NEMONA TUS EST SI CUT JOSEPH . ECLESIS 19. Estas inscripciones nos hacen plantear, que posiblemente, este retablo perteneciera a una imagen de San José itinerante con el Niño, y no a la figura de San Francisco que hoy alberga. Al igual que el resto de obras que hemos venido analizando, no se han conservado testimonios escritos que puedan ayudar a esta teoría, o que afirmen la existencia de un retablo dedicado a San José con el Niño, pero la existencia de estas cartelas nos hace defender esta posibilidad.

San Francisco, es una escultura de bulto redondo que podemos fechar también en el siglo XVIII. En esta ocasión, el de Asís ha sido representado con ricos ropajes, como lo representaría Duque Cornejo en el retablo de San Antonio de la Capilla del palacio de San Telmo, y no con el característico hábito marrón franciscano, del que sólo lleva el cordón de tres nudos recogido en su cintura. Su indumentaria está estofada con temas vegetales dorados, que resaltan sobre los tonos grises y platas utilizados en su vestimenta.  En su pecho, en el lado derecho, muestra su ropa rasgada mostrando una de las llagas de su estigmatización, acompañando a las de sus manos.  Su rostro y dramatismo puede recordarnos al empleado por Martínez Montañés en la imagen de Santo Domingo penitente del convento sevillano de Porta Coeli en 1605. Ambos presentan el mismo un rostro similar, con rasgos maduros, barba bífida apuntada y cabellera que luce sin pelo en la coronilla. San Francisco contempla con admiración el Crucifijo, que porta en su mano derecha, con actitud suplicante, recordando los años pasados lejos de la cruz.

San Francisco (Fotografía de la autora)

INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE:

Medina Muñoz, Estefanía (2019): El convento de Santa Inés de Sevilla: Estudio urbanístico, arquitectónico e histórico artístico. Sevilla, Ediciones Padilla.

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