El refectorio

Está comunicado con el claustro principal, característica típica de los comedores cistercienses, que modificaron su ubicación construyéndolo en ángulo recto a éste. A él accedemos mediante una portada de la galería Sur, cuya composición, sigue el mismo esquema empleado en la portada de profundis, formada por un arco de medio punto angrelado con decoración de yeserías mudéjares.

La humildad y pobreza de estas hermanas, está presente en el mobiliario que engalana el espacio, recorrido por un banco alicatado con paneles de azulejería de arista del siglo XVI, al que acompaña largas mesas de caoba, sostenidas por balaustres con decoración zoomórfica, que descansan sobre pedestales moldurados. Los gruesos muros del refectorio, están revestidos por un elenco azulejos de cuerda seca, cuya riqueza ornamental supera con creces a los estudiados en el Herbolario y la Sala de profundis, al mostrar una distinguida variedad de temas geométricos y vegetales.

Portada de acceso al refectorio (Fotografía de la autora)

Uno de los elementos más importantes, dentro de la liturgia celebrada en el refectorio, es el púlpito, lugar de lectura de los libros sagrados. El de Santa Inés, es una obra fechable hacía 1600.

Púlpito del refectorio  (Fotografía de la autora)

La sala, está cubierta por un rico artesonado de madera policromada fechable en el siglo XVI,  formado por un entablamento liso de cuarenta y un paneles de madera, que descansan sobre un arrocabe policromado, que a modo de fajeado realza todo el conjunto.  De él, destacamos su trampantojo, con el que simula todo un artesonado de casetones cuadrados  y octogonales de origen serliano, separados por bandas que actúan a modo de lacerías intercaladas con estrellas. En el interior de los casetones, se disponen unos apliques de madera dorada en forma de poma y flores intercalas en zigzag.

Artesonado del refectorio (Fotografía de la autora)

En el muro Este del refectorio, se dispone la pintura mural de la santa cena, fechable entre los años 1545-1550, cuya realización implicó la llegada del grabado del maestro del libro de las horas de los Sforza a Sevilla, casi cuarenta años después de su ejecución, el cual pudo llegar a la clausura de manos de Doña Catalina de Ribera. El punto de atención recae en Cristo, figura central de la composición, al que acompañan en grupo de tres los apóstoles, con vestiduras lisas, a excepción de las túnicas de San Juan y Cristo que están ornamentadas con brocados en oro.

Santa cena (Fotografía de la autora)

Entre las obras pictóricas conservadas en este espacio, destacamos la presencia de un Sagrado corazón con dos ángeles, obra del artista Manuel González Santos, la cual no consta en la bibliografía del artista, y que según las hermanas más longevas, fue entregado por el propio pintor tras el fallecimiento de su hija, a  quien, y según el testimonio de estas religiosas, retrató en uno de los dos ángeles que escoltan a Cristo.

Sagrado corazón de Manuel González Santos (Fotografía de la autora)

INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE:

Medina Muñoz, Estefanía (2019): El convento de Santa Inés de Sevilla: Estudio urbanístico, arquitectónico e histórico artístico. Sevilla, Ediciones Padilla.

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