Sacristía interior
La existencia de dos sacristías en la clausura, es uno de los elementos característicos de la arquitectura conventual. Aunque ambas desempeñan la misma función, ser la zona destinada a albergar el ajuar litúrgico, cada una de ellas posee su propia personalidad. La sacristía exterior, a la que accedemos mediante un acceso directo desde el templo, está dedicada a la exclusividad del capellán, al ser el espacio asignado al cambio de vestuario y lugar de preparación de la misa. Por su parte, la sacristía interior o de adentro, forma parte de las estancias que gozan del uso exclusivo de la comunidad, lugar en el que se conservan las piezas más importantes del ajuar litúrgico y del patrimonio ornamental y efímero utilizado en las fiestas celebradas en el interior del convento.
Por normal general, dichos espacios quedan comunicados entre sí mediante un torno o pequeño postigo, regla que no se cumple en Santa Inés, al disponer cada una de ellas una ubicación diferente, la exterior localizada en el primer tramo de la nave del Evangelio, adosada a la cabecera de la iglesia, y la interior, yuxtapuesta al muro Este de la sala de profundis, sin mantener ningún nexo de unión con la iglesia o la sacristía de afuera.
A esta última se accede mediante un acceso ubicado en el ángulo Norte de la galería baja Este del Herbolario, el cual desemboca en un alargado pasillo que permite el tránsito a la sala de la arquería, a través de una escalera de caracol, y la entrada a dicha sacristía, por medio de la antigua antesacristía, estancia de planta rectangular que desempeña actualmente funciones más relacionadas con la vida doméstica que religiosa, o el acceso directo del muro Norte de dicha estancia que abre a un pequeño ojo patio.
La sacristía de adentro, presenta unas dimensiones de 6,80 m de largo, por 4,84 m de ancho, y 4,34 m de alto. La mitad inferior de sus muros, está alicatada con los mismos paneles de azulejos de punta de diamante que engalanan las paredes de la iglesia. En sus frentes Este y Sur, se ha conservado un banco corrido, que posiblemente recorriera todo el perímetro de la sala.
Presidiendo la estancia, en el frente Sur, se dispone un lienzo de la Adoración de los pastores, obra atribuida a la labor del pintor Juan del Castillo hacia 1630, a la que flanquean dos pequeños cuadros del Buen Pastor. En el muro Norte, se han conservado restos de pinturas murales fechables a mediados del siglo XIX, posiblemente realizadas conjuntamente con las conservadas en el torno, o con las distintas intervenciones efectuadas en el ciclo pictórico del Herbolario y en la última cena del refectorio. Sobre su autoría, no hemos hallado fuentes documentales que nos permitan asignar dicha obra a la labor de un determinado artista, a lo que debemos sumar, los escasos restos conservados que impiden detallar con exactitud tanto la iconografía representada como el estilo personal de un maestro concreto.
Adoración de los pastores (Fotografía de la autora)
Escena de la Virgen. Restos de pintura mural (Fotografía de la autora)
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