Compás y torno

Uno de los elementos más característicos del urbanismo y la arquitectura sevillana, es el compás, un espacio al descubierto que antecede, y custodia, a las clausuras femeninas. Entendemos por compás aquel territorio o distrito señalado a un monasterio y casa de religión, en contorno o alrededor de la misma casa y monasterio, o atrio o lonja de una iglesia o convento.

El compás, alberga aquellas dependencias que están relacionadas con la vida extramuros, como son la iglesia, a la que acuden los fieles a misa junto con la comunidad, el torno, dedicado a la venta de productos artesanales que ayudan a solventar la economía de estas religiosas, la portería o la casa del capellán.

Junto con los monasterios de San Clemente y Santa Paula, el convento de Santa Inés presenta dos compases que son el vestigio históricos del prolongado proceso constructivo al que fue sometido la organización espacial de esta cenobio. Ambos se encuentran antecediendo a cada una de las portadas que dan acceso al templo, tras haber atravesado los dos ingresos que permiten la entrada a la clausura.  Al igual que ocurría con los compases de San Clemente, la apertura de una nueva portada en la fachada del convento daría lugar a un nuevo compás que implicaría el desuso del original.

El antiguo compás: Actual acceso a la sala de exposiciones

La zona destinada al antiguo compás, ubicada en el sector Noreste del complejo monástico, engloba aquellas dependencias más antiguas de la clausura, como son la gran nave de los dormitorios, el antiguo acceso al convento y la monumental portada  de la nave del Evangelio del templo. Tras la rehabilitación de los dormitorio en 1992, este espacio pasó a ser el recibidor de los visitantes que acuden a la sala de exposiciones.

Sobre su construcción, no se han conservado fuentes documentales que nos permitan conocer su proceso constructivo y los maestros que trabajaron en él, pero podemos pensar que su labra se gestara en los primeros años de la etapa fundacional, finales del siglo XIII y principios del XIV, bajo el mecenazgo de Doña María Coronel.   Posiblemente, su fábrica se levantó tras la reforma urbanística emprendida que permitió la edificación de la nave de los dormitorios y la cabecera de la iglesia, como hemos podido estudiar a la hora de tratar dichos espacios.

Actualmente, la antigua portada que permitía la entrada al compás, se encuentra enmascarada por la fachada de la casa nº 7 de la calle Doña María Coronel.  Su acceso se realiza mediante un estrecho pasillo en esviaje que da paso a una doble portada de estilo gótico-mudéjar. Se trata de dos arcos apuntados dovelados, que quedan separados, pero a la vez unidos, por una pequeña bóveda de apuntada. El primero de ellos, está realizado en cantería. De él solo podemos contemplar su cara interna, que deja a la vista sus doveles de piedra, mientras que su frente queda oculto tras un falso techo moderno que permite ver tan solo el arranque del arco.

Acceso al compás de los antiguos dormitorios (Fotografía de la autora)

Por su parte, el segundo arco presenta una exquisita fábrica de ladrillo, la misma con la que se labraría la iglesia, elemento que nos permite relacionar su construcción con la del templo, como ya hemos mencionado con anterioridad. La portada, que queda adosada al muro de la citada casa, está compuesta por un esbelto arco apuntado de dovelas almagras, e intradós y molduras dobles en albero, mientras que sus impostas están realizadas en piedra.

Portada interior del antiguo compás (Fotografía de la autora)

El compás del torno

Tras el abandono, y desuso, del antiguo compás, a finales del siglo XVI, tendría lugar la construcción del conocido compás del torno, paso obligatorio de todos los visitantes, y curiosos, que acuden a él o a la iglesia. Su construcción podemos encajarla en la dinámica constructiva presente en Santa Inés durante el siglo XVI, con la renovación renacentista del edificio, impulsada por la noble señora Doña Catalina de Ribera, que en 1572 contraría la labra de una nueva portada para el convento y sus puertas, que estaban decoradas por el maestro fundidor Bartolomé Morel (no son las actuales).

Portada del convento (Fotografía de la autora)

Su labra, propició la apertura de un nuevo espacio que permitiría el acceso al sector Sureste de la clausura, y la futura construcción de la nueva portada de la iglesia en 1630, tras haberse clausurado, posiblemente, el pequeño acceso gótico-mudéjar que se localiza a los pies de la nave del Evangelio. Quizás, la apertura de este compás, conllevó el cerramiento del primitivo compás, quedando éste destinado al uso interno de la comunidad, al albergar las grandes naves de los dormitorios y el noviciado.

Tras  atravesar el umbral de la puerta, damos paso a un pequeño zaguán, al que abren las antiguas viviendas de la portería y del capellán. Este espacio queda cubierto por un pasadizo que desempeña la misma función que los antiguos sabat, ser el puente de unión entre dos viviendas sin necesidad de pisar la calle. Dicha estancia, descansa sobre una pequeña arquería de medio punto peraltada, realizada en ladrillo, cuyo único soporte son una columna de mármol, rematada por un capitel de moñas, que queda coronado por un alto entablamento a modo de cimacio, elemento que queda sustentado en el extremo Sur de la composición por una ménsula moldurada. El cielo de este zaguán está cubierto con una armadura de madera con contravigas y ladrillos por tablas, al igual que el alero que sobre sobresale de la línea de fechada formado por cabezas de vigas y pequeñas alfarjías, quedando su tejado cubierto con tejas moriscas.

Compás del torno (Fotografía de la autora)

El torno

Al fondo del compás, se encuentra el torno, medio por el que las hermanas venden sus ricos productos artesanales. Para poder ser servido, el visitante debe tocar el timbre, a cuya llamada asiste la religiosa encargada del torno, monja que manifiesta su presencia mediante un Ave María Purísima, al que el transeúnte responde Sin pecado concebida. Su estructura de madera, formada por un vástago central que le permite girar, está organizada, en cada una de sus caras, por dos compartimentos que permiten la entrega y recogida de los productos que en él se depositan. Éste queda cerrado al exterior mediante una puerta de madera decorada con cuarterones.

Sus muros están decorado con pintura, cuyo esquema compositivo, el cual fue descubierto tras la rehabilitación de este espacio en 1992, sigue un modelo similar al que podemos contemplar en el Herbolario, al combinar la representación de escenas con la imagen de un santo. Todo el conjunto está coronado con un friso superior, formado por un entablamento ornamentado con imbricaciones, como si escamas de pez se tratara, y una cornisa moldura, sobre la que se sitúa un remate esférico de pie estrangulado, colocado en línea con las columnas que componen la composición.

El cuerpo central acoge, sobre un fondo grisáceo, las escenas y santos representados, pinturas que quedan custodiadas por marcos moldurados rectangulares, de formato apaisado y en vertical, pintados en color tierra.  El cuerpo inferior, que sirve de apoyo a los dos superiores, es un alto pedestal con decoración de casetones, sobre el que destacan  los basamentos en los que apoyan las columnas.  Por los restos conservados, podemos pensar que los santos representados fueran pertenecientes a la Orden de San Francisco, al menos, los que se pintarían en el muro Oeste, al haberse conservado una Santa Clara, y un posible San Francisco de Asís, los cuales aparecen custodiados en una hornacina de formato rectangular, flanqueada por dos columnas, cuyos fustes han sido pintados como si de jaspe se tratase, con tonos verdes, naranjas y ocres, los cuales se decoran con almohadillado.

Torno (Fotografía de la autora)

INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE :

Medina Muñoz, Estefanía (2019) El convento de Santa Inés de Sevilla: Estudio urbanístico, arquitectónico e histórico-artístico. Sevilla, Ediciones Padilla.

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